FIESTA EL TORO DE LA VEGA

TORDESILLAS (VALLADOLID)

 

los primeros datos de esta tradición la sitúan en 1453, desde entonces la fiesta ha ido cambiando

 

 

Martes siguiente al día 8 de septiembre

Tordesillas es municipio de la provincia de Valladolid, situado a menos de 30 kilómetros de su capital.
 

De orígenes muy antiguos, ya en época romana se constituyó como lugar de paso obligado, a causa de su ubicación estratégica como confluencia y enlace de caminos.
 

Entre su abundante patrimonio artístico y monumental, hay de destacar el real Monasterio de Santa Clara, construido como palacio por orden de Alfonso IX en el año 1340.
 

 

 

cuando se abate el toro, el ganador es obsequiado con una insignia de oro y una lanza de hierro, un grupo de vecinos pasa triunfantes ante el cuerpo del bravo animal sin vida

 

Las fiestas tordesillanas tienen lugar en septiembre, en honor de la Virgen de la Peña.

El sábado anterior al día ocho es denominado Sábado de Faroles, y en el mismo cada peña porta un farol que han fabricado sus integrantes, con el que realizan un recorrido a modo de ronda de vigilancia por la muralla de la villa.
 

Pero la fiesta del Toro de la Vega tiene lugar el martes siguiente, verdadero día grande de las celebraciones.

Se trata de un rito secular basado en el encaramiento y posterior lanceamiento del toro, un acontecimiento famoso y habitual en tiempos pasados hasta la introducción paulatina de las corridas como medio de enfrentamiento con el animal.
 

Los primeros documentos de la tradición datan de 1453, y en ellos ya se da cuenta de los juegos de cañas y la consiguiente y posterior suelta de toros que tenía lugar en fiestas ante el Palacio de Tordesillas.

 

Estos juegos tenían dos partes; primero, varias cuadrillas de jinetes se picaban unas a otras con lanzas (de caña), para luego detener este combate y enfrentarse a un toro bravo soltado en el mismo lugar.
 

cuando el toro es puesto en libertad, jinetes y peones le persiguen, aunque a veces hay que escapar de la bravura del animal

 

Y al igual que hoy, se abrían las puertas de la empalizada para dotar de mayor dinamismo y emoción al espectáculo, con lo que el animal podía cruzar el río hasta le vega, donde perseguía la justa entre toro y caballeros.

Con los siglos, la tradición ha ido sufriendo pequeñas transformaciones, hasta llegar a la forma de la celebración turdesilana actual.
 

Hacia las once de la mañana de la esperada jornada, en la calle de San Antolín (antes se hacía en la Plaza Mayor), el morlaco se enfrenta a jinetes y peones únicamente provistos de lanzas o picas, que intentarán causarle la muerte, guiándole y persiguiéndole hasta la zona de la vega específica.

El animal siempre es elegido cuidadosamente por su bravura y su peso, habitualmente superior a los 500 y 600 kilos.

El Torneo, como gustan de definirlo algunos naturales del lugar, se rige actualmente por normas establecidas por el Ayuntamiento de Tordesillas, y que básicamente consisten en la prohibición de intentar abatir el toro hasta que no llega a una zona delimitada a tal efecto, además de sancionar la utilización de cualquier vehículo a motor en el lugar de la justa.
 

 

Además de tordesillas y sus fiestas también hay que conocer sus numerosos monumentos y sus paisajes

 

Hasta hace relativamente poco tiempo, el afortunado que conseguía alcanzar al astado con el lanzazo mortal y definitivo, tenía el derecho de arrancar los testículos al toro, para mostrarlos orgulloso en el extremo de su pica.

Hoy en día esta última costumbre ya no está permitida (algunos sustituyen los testículos por el rabo), y el ganador es obsequiado por el Ayuntamiento con una insignia de oro y unas lanza de hierro forjado, en reconocimiento a su triunfo y habilidad sobre los otros picadores.

 

una de las normas es no acceder a la zona en ningún vehículo a motor, si se puede participar a lomos de caballo
 

De nuevo, de forma similar al Toro Júbilo de Medinaceli o las carreras de gallos de Nalda en la Rioja, entre otros sitios y tradiciones con animales de por medio, en los últimos tiempos se han alzado numerosas voces en contra de esta secular costumbre; pero muchos siguen viendo en la justa entre hombre y naturaleza, una herencia cultural y folclórica con cuatro siglos de antigüedad, que no implica falta de respeto al noble animal, sino todo lo contrario.

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