FIESTA "LA PALOMA"

 

 

Las fiestas de la Paloma con su sabor tan castizo y popular, tiñen los cálidos días del agosto madrileño en un festival de música, color y alegría que se prolonga hasta altas horas de la madrugada con la participación de madrileños y visitantes que no dudan en vestirse de chulapos

 

 

MADRID del 6 al 15 de Agosto

Consolidada como una de las principales y más visitadas ciudades de la vieja Europa, la villa y corte de Madrid es capital de España.

Una de las principales características de Madrid es su capacidad de acogida al forastero.

Se admite popularmente que muy pocos son los que no proceden de otros lares, o lo hicieran antes sus mayores.

Pese a este cosmopolitismo intrínseco, pese a haberse convertido en estación de estaciones para itinerantes de todo signo, la ciudad sabe conservar sus costumbres más tradicionales y castizas, asumidas como propias, tanto por los que llevan años, como por esos recién llegados.

Y destacando entre esas costumbres, la fiesta de la Paloma, claro.


 

la virgen de la paloma cuenta con una hermosa leyenda milagrera que le ha permitido conquistar el corazón de multitud de devotos de la capitalina ciudad

 

Tiene su origen en las festividades de San Lorenzo, San Cayetano y la Virgen de la Paloma, unidas por los calores de agosto, y que hacen llegar a las calles de Madrid (a la de Alcalá, claro, según la popular zarzuela) los “chulos” y las “chulapas”, uno de las figuras tradicionales del folclore de la ciudad.

Ellos, trajeados con pantalón gris, chaleco a cuadros negros, y la gorra (de medio lado, por supuesto); ellas con el vestido de chulapa acompañado por el inevitable mantón de Manila, y pañuelo con clavel.

Y entre ambos, miradas, piropos que no son demostración de ordinariez, y sobre todo chulería, mucha chulería, a ver quién se deja seducir por quien…
 

La Virgen de la Paloma es muy querida en Madrid desde el siglo XVIII.

Cuenta la preciosa historia que en ese tiempo (1790), unos chavales encontraron un cuadro de la Virgen encima de un montón de leña, en la calle de la Paloma, quizás procedente del venerado y cercano retablo de la vía pública de Nuestra Señora de la soledad.
 

Puede que el que lo sustrajese se arrepintiese en un acto de piedad inmediato y lo depositase allí…
Como fuere, al darse cuenta María Isabel Andrea tintero, mujer muy pobre y vecina de la zona, entregó a los mozalbetes unas monedas a cambio del cuadro, y decidió consagrarle el resto de su existencia, construyéndole una modesta capilla para su veneración.

 

esta celebración popular reúne cada año a fieles de la virgen castiza a las que se unen, con sumo agrado, multitud de turistas que participan de todos los actos que se organizan en torno a esta espectacular verbena

 

En poco tiempo corrió el rumor de que esta imagen era milagrosa, llegando la historia incluso a oídos de la Corte; la misma reina María Luisa decidió encomendar a la Virgen de la Paloma la salud de uno de sus hijos, que se hallaba muy grave.

Por supuesto el niño se curó, así que la madre acudió a la capilla a dar gracias, acompañada de todo su real séquito, y a donar a la Virgen como exvoto un traje del infante.
 

Además, se decidió que los gastos de mantenimiento de la capilla corriesen a partir de entonces por cuenta del palacio.
 

Novios y recién nacidos convirtieron a la cada vez más querida Virgen en objeto de peticiones de bendición constantes, hasta que se hizo necesario convertir la capilla en iglesia, templo, cuyas dádivas y contribuciones ayudó a recaudar la piadosa mujer que había recuperado el cuadro años ha.
 

Pero su capillita inicial quedó ya inmortalizada para la historia en la estimada, por todos los madrileños, zarzuela La verbena de la Paloma.
 

ramilletes de flores acompañan a la virgen de la paloma a lo largo de su recorrido por las calles más castizas de la ciudad

 

Desde entonces, la Virgen castiza baja a la calle en agosto. Las fiestas en honor de la patrona popular de la ciudad, que la oficial en La Almudena, cuentan con la ofrenda floral a la Virgen por las autoridades, continúan con una misa en la iglesia de la Paloma, y después la esperada y delicada bajada del altar mayor de la imagen.

 

Esta es una operación que, por cierto, se encargan de realizar cada año los bomberos de la ciudad, que la tienen como patrona, desde aquel tiempo en que hubo que pedirles que trajeses su escala desde el cuartel de la calle Toledo, porque no la había tan alta en ningún lado.
 

Luego, autoridades y madrileños siguen depositando claveles rojos, rosas y blancos ante la imagen, mientras resuena la música de los chotis más populares, entre sinceros vivas a la Virgen.

Por la tarde tiene lugar una procesión y “la verbena”.
 

Es una celebración popular, de la calle y en la calle.

Puestos y chiringuitos de sangría y limonada, bocadillos, churros y chocolate; los barquilleros; la música de organillo, los trajes y vestidos de chulapones “con su falda almidoná”; don Hilarión, el Julián, la Casta, la Susana y la Maja de Lavapiés; chotis, mucho chotis…
 

 

 

la noche se tiñe de fiesta al son del chotis y el pasodoble, que harán las delicias del chulapo y del visitante

 

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