FIESTA LA ENCAMISÁ

TORREJONCILLO (CÁCERES)

7 DE DICIEMBRE

 

jinetes de todas las edades acuden a la procesión de la Encamisá para rendir homenaje a la virgen de la inmaculada

 

Entre dos ríos, el Tajo y el Alagón, encontramos esta hermosa villa cacereña.

A través de sus tortuosas calles se desarrolla una de las fiestas más antiguas de Extremadura, La Encamisá.

Algunos de los estudios la sitúan en la batalla de Pavía, de la que un torrejonciano, el capitán Avalos, volvió a salvo por la especial intervención de la Virgen María Inmaculada.

Como agradecimiento, impuso en la villa la costumbre de cubrir con sábanas blancas a sus jinetes (recordando a quienes lo hacían para camuflarse en paisajes nevados).
 

 

 

además de las luces de los farolillos el repicar de las campanas y los vitores a la virgen acompañan a los romeros

 

Otras versiones apuntan a un cierto 7 de diciembre (muchos años atrás) en que un grupo de vecinos del pueblo, hallándose en plena batalla, se encomendó a la Virgen para obtener su protección y, cubriéndose de nuevo con sábanas blancas para confundirse con la nieve, consiguieron salir intactos de la lucha.
 

La Encamisá comienza en la noche, tras la última novena que Torrejoncillo ofrece a la virgen, entre vítores y clamores.

 

los niños participan de esta hermosa tradición que heredan de los mayores

 

Decenas de jinetes, cubiertos con sábanas blancas y adornadas con estrellas, acuden a casa del Mayordomo para recoger el farol que portarán durante la celebración.
 

Cientos de disparos de fuego y un estruendoso repique de campanas anuncian que la emotiva procesión está a punto de comenzar.

 

las túnicas que lucen los jinetes aparecen con frecuencia adornadas con numerosas estrellas doradas y brillantes y con la virgen de la inmaculada
 

El estandarte de la Virgen sale de la iglesia parroquial mientras los vecinos de la villa rompen en vivas y salves.
 

Así comienza una multitudinaria procesión que fue declarada de interés turístico en 1973.
 

El pueblo entero participa con emoción.

Miles de disparos y salvas acompañan a la Virgen durante este recorrido de, aproximadamente, dos horas.

En este tiempo queda manifiesta la fe y pasión con que celebran los torreioncianos una de sus fiestas primordi

ales, enraizada en el fervor mariano.
 

Tras el trayecto, el Mayordomo vuelve a poner la imagen en manos del párroco.

Cada año se sortea entre todos los vecinos del pueblo el honor de mayordomía.

Con ello evitan que una sola persona corra con todos los gastos de la fiesta, además de conseguir una mayor participación por parte de todos.

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